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18 avril 2004
EL TIEMPO
Esmeralderos y empresarios de Boyacá presentarán programa de erradicación de cultivos ilícitos

 
 


Buscan que el Gobierno no fumigue áreas de trece municipios del occidente del departamento, pues consideran que eso haría pedazos la paz de la zona.

Apoyados por la Iglesia Católica, le presentarán al Gobierno la semana entrante su propuesta de erradicación manual con sus propios recursos.

En la reunión, que se realizará el próximo 27 de abril en Chiquinquirá, se conocerán los resultados de los programas de erradicación manual y se evaluara el avance de los cultivos ilícitos, que podrían pasar de 10 mil hectáreas en este departamento (Ver recuadro).

"Es posible que ese día se anuncie el inicio de las fumigaciones", piensa Carlos Mayorga, secretario general de la Gobernación, quien cree necesario evaluar otras posibilidades.

Los empresarios están encabezados por Yesid Nieto y esperan que su propuesta sirva además para la consolidación del proceso de paz en la zona. El objetivo es que los agricultores que salgan de la ilegalidad tengan otras fuentes de subsistencia.

La iniciativa, que contempla la incorporación de soldados campesinos y más apoyo a las microempresas, está respaldada también por alcaldes y otros líderes de la región.

A la reunión también asistirá Víctor Carranza, el 'zar de las esmeraldas', quien reclamará que los ministerios de Agricultura y Ambiente ejecuten políticas de mercadeo de productos tradicionales.

"De las decisiones que se tomen en Chiquinquirá dependerá en buena parte que se fortalezca la paz que se gestó hace 14 años en el occidente", sentencia Carranza.

Los cultivos ilícitos viven un auge inusitado en Boyacá, pero nadie parece tener claras las cifras del fenómeno.

Lo cierto es que ha hecho prender las alarmas de campesinos, empresarios, esmeralderos, Fuerzas Militares, gobierno departamental y, por supuesto, de la administración del Presidente Álvaro Uribe.

El Ejército y la Policía aseguran que han tenido que destinar mil soldados y unos 200 agentes a la erradicación manual, realizada en coordinación con otras autoridades, como las alcaldías. 'La paz está en vilo'

Sin embargo, insisten en que las plantaciones ilegales siguen creciendo y en que es urgente fumigar. De hecho, ya le hicieron una petición formal al Gobierno en ese sentido.

Para Carranza, la labor de la Fuerza Pública ha sido muy lenta, pese a que -según él- posee todos los informes sobre la ubicación de los plantíos y la magnitud del problema.

Carranza opina que la paz en el occidente del departamento, firmada hace 14 años entre los grupos de esmeralderos que protagonizaron una guerra sangrienta por una década, con apoyo del narcotráfico, podría hacerse trizas si se concretan las fumigaciones.

"Los campesinos, los empresarios y los alcaldes se comprometieron en Otanche, hace un año, a apoyar la erradicación manual. La fumigación afectaría la economía de los pequeños agricultores y podría generar violencia", explica.

¿Quiénes son los responsables de este auge de los narcocultivos? Según el líder esmeraldero, hubo lugareños que se trasladaron al Caguán durante la vigencia de la zona de distensión y que, una vez terminaron los diálogos entre las Farc y el gobierno Pastrana, regresaron con semillas prohibidas y fórmulas para su procesamiento.

"Ellos manipularon a los agricultores y les regalaron las semillas para que las plantaran", sostiene, antes de afirmar que las autoridades conocen la identidad de los responsables.

En contraste, hay alcaldes que atribuyen el crecimiento de los cultivos ilícitos a personas ajenas a la región que aprovecharon la difícil situación económica de los campesinos para ofrecerles trabajo bien remunerado y, en algunos casos, el arriendo de sus parcelas.

De hecho, muchos labriegos han optado por cambiar sus plantaciones de yuca y plátano por las de coca. En Otanche, por ejemplo, una arroba (11,5 kilos) de plátano cuesta entre 6.000 y 7.000 pesos, y una carga (10 arrobas) de yuca se vende en 5.000, mientras que por un kilo de coca se pagan entre 2,6 y 3 millones de pesos.

Con todo, la inminencia de la fumigación aérea tiene atemorizados a unos 200 mil pobladores, que en su mayoría viven de sembrar cacao, café, plátano, cítricos, yuca, maíz y maní.


TUNJA

Cifras encontradas

Según la Policía, el año pasado se arrancaron 717.671 matas de coca en Boyacá, sembradas en unas 100 hectáreas; en lo corrido de este año han sido destruidas 194.000. Fuentes de la institución dicen que los cultivos están en 10 de los 14 municipios del occidente boyacense y estiman en 1.500 las hectáreas sembradas. El Ejército, por su parte, asegura que superan las 10.000.

El gobierno seccional admite no tener certeza sobre la magnitud del asunto. Carlos Mayorga, secretario general de la Gobernación, dice que hasta ahora las autoridades no habían sido conscientes de la gravedad del problema, que calificó de “muy serio”.

Un estudio de la Policía indica que en Paya, Pisba, Labranzagrande, Aquitania, Mongua, Gámeza, Tasco, Guayatá, Guateque, Somondoco, Macanal, San Luis de Gaceno, Berbeo, San Eduardo y Campohermoso proliferan los cultivos de coca y amapola, mientras que a Otanche, San Pablo de Borbur, Maripí, Muzo, Pauna, Quípama, La Victoria, Coper, Briceño, Buenavista y Muzo los afectan principalmente las plantaciones de coca.

Esta última zona padeció hace casi dos décadas una violenta guerra entre esmeralderos, que se disputaban el control de las minas. Allí también llegó la mafia del narcotráfico, con Gonzalo Rodríguez Gacha a la cabeza.

Tras meses de diálogos y centenares de muertos, y con la mediación de la Iglesia Católica, el occidente logró pacificarse.