nouvelles sur la colombie  
     
 

28 avril 2003
EL TIEMPO
Colombia alcanzó nivel récord de desplazamiento forzado

 
 


El 2002 fue un año nefasto: 412.553 personas, del 85 por ciento de los municipios del país, huyeron por motivos relacionados con el conflicto armado.

Esa es una de las conclusiones que reveló ayer el informe anual de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes), ONG dedicada al seguimiento estadístico y al análisis de este fenómeno desde hace más de una década.

La organización da cuenta de 412.553 nuevos desarraigados en el 2002 (20 por ciento más que en el 2001), que lo convierten en el año de mayor desplazamiento forzado desde 1985, cuando comenzó a hacerse un verdadero corte estadístico sobre este problema.

El significativo aumento parece explicarse en que, en un hecho también sin precedentes, 955 de los 1.115 municipios del país expulsaron población. "Se trata de una ampliación de los lugares en los que la guerra y su degradación son evidentes", dice el informe.

Esos 12 meses estuvieron marcados por el fin del proceso de paz con las Farc y la transición de la administración Pastrana a la de Álvaro Uribe.

:: ESTRATEGIA DE GUERRA

La tesis de la ONG es que el desplazamiento ya no es solo un efecto colateral del conflicto armado, sino toda una estrategia de guerra, incluso asociada a intereses económicos.

Para Codhes no es gratuito que la mayor parte de los colombianos arrancados de sus hogares provengan de regiones con megaproyectos productivos, generalmente relacionados con un uso masivo de recursos naturales.

"No solo hay desplazamiento porque hay guerra, sino que hay más guerra para desplazar más gente porque los intereses económicos -que van más allá de la tenencia de la tierra- así lo determinan y porque el conflicto armado es un escenario favorable para afirmar este tipo de relaciones de poder", dice el documento.

CONFINAMIENTO FORZADO

Las cifras quizás habrían sido mayores sin la consolidación de un fenómeno igual o más preocupante que el desplazamiento: el confinamiento forzado.

Sectores como Alto Bobalí (Norte de Santander) y Alto Naya (Cauca), así como parte de la Serranía del Perijá y el oriente antioqueño, han sufrido los rigores del bloqueo que ejercen las partes en conflicto sobre sus comunidades, el cual se traduce en una restricción total del tránsito de personas, mensajes, alimentos, medicinas e insumos.

Solo en el caso de los indígenas se habla de 21.720 afectados, el 25 por ciento de ellos kankuamos de la Sierra Nevada de Santa Marta.

De las estadísticas del año pasado también se deduce que la cuarta parte de los municipios del país (276) vive una revolución social y demográfica, bien sea porque registraron una significativa disminución de su población o porque fueron sometidos a un crecimiento atípico por la llegada intempestiva de nuevos habitantes.

En este sentido, los casos más dramáticos son Bojayá (Chocó) y Convención (Norte de Santander). Este último recibió, en un breve lapso, una migración equivalente al 48 por ciento de su población, motivada principalmente por la fumigación de cultivos ilícitos. Las aspersiones aéreas desplazaron el año pasado a 39.917 personas, la tercera parte de ellas en Norte de Santander.

Bojayá, en cambio, perdió el 68 por ciento de sus habitantes en un solo evento de desplazamiento, originado por la tragedia de hace un año.

'Tragedia' es precisamente la palabra que utiliza Codhes para referirse a la situación de los afrocolombianos, que aportaron la tercera parte de todos los desarraigados en el 2002. Los 83.650 negros desplazados en ese periodo implican que esta comunidad padece una tasa de expulsión 20 por ciento mayor que la del resto del país.

Esto hizo que Chocó -cuya población está compuesta en un 73 por ciento por afrodescendientes- ocupara el primer lugar tanto entre los departamentos expulsores como entre los receptores.

Codhes también encontró que unos 21.800 colombianos traspasaron las fronteras nacionales el año pasado para resguardarse de ataques, amenazas o acciones armadas. Al menos 12.000 lo hicieron hacia Ecuador, 900 hacia Venezuela y 300 hacia Panamá. Se estima que cerca de 7.500 esperan que los gobiernos vecinos den respuesta a sus peticiones de refugio.

En este sentido, la ONG propone convocar una conferencia andina que construya una estrategia para garantizar los derechos de desplazados y refugiados, con base en las legislaciones nacionales y los convenios de la comunidad internacional.

Según Codhes, la política del Gobierno en el campo del desplazamiento forzado es demasiado modesta, depende demasiado de la cooperación internacional y está subordinada al enfoque de seguridad enarbolado por el presidente Uribe.

"¿Es posible, en este escenario, garantizar las condiciones necesarias para realizar efectivamente procesos de prevención, asistencia humanitaria, retorno y consolidación?", es la pregunta final que este informe deja sin respuesta.