No basta con indignarse por las fumigaciones: hay
que hacer algo.
Hace ocho días denuncié la licencia para envenenar
parques nacionales que extendió el Gobierno nacional
al Glifosato, veneno de peligrosos efectos. La reacción
de cientos de lectores ha sido instantánea e indignada.
Rechazan la atrabiliaria medida y preguntan qué hay
que hacer para evitarla.
Esto último marca una diferencia significativa con
otras actitudes que conozco. No se contentan con indignarse
mientras permanecen sentaditos en su casa. Saben que los 46
parques naturales nacionales son suyos, son nuestros, son
de todos, y no están decididos a permitir que el Gobierno
los sacrifique en metas inmediatistas para satisfacer a quienes
presionan desde el norte.
“Hay que liderar una cruzada nacional e internacional,
hay que movilizar al país -- dice en un emilio Edilberto
Guerrero, lector que no conozco--. Ofrezco unas horas de mi
trabajo… En lo que pueda hacer, estoy allí…”
Unos pocos argumentan que no importa fumigar con Glifosato
porque, al transformar coca y amapola en cocaína y
heroína, los narcoviolentos ya están contaminando
con productos químicos algunos parques. Triste y apocado
silogismo que equivale a decir: “Como el niño
es patizambo, no vale la pena vacunarlo contra el polio”.
Repudiamos por igual las piernas chuecas y el polio. Tal
es la tónica mayoritaria de los mensajes: esto es nuestro,
y vamos a defenderlo. El Gobierno topó con una roca
grande. No son los jefes políticos, los cardenales,
los empresarios ni los comandantes guerrilleros. Son los colombianos
los que se niegan a permitir el parquicidio. Ni ellos, ni
entidades científicas, ni entidades ambientales, tomaron
parte en la decisión de envenenarlos, adoptada a escondidas
de la gente y en contra de la ley.
¿Hay algo que hacer? Sí. Mucho. Para empezar,
tener ideas claras:
1) La fumigación con glifosato es ilegal. He tenido
acceso a un documento interno del ministerio de Medio Ambiente
donde el departamento jurídico señala las violaciones
en que incurre el Consejo Nacional de Estupefacientes al autorizar
el veneno en los parques. El propio presidente Uribe ha dicho
que mientras él esté en el Palacio de Nariño
habrá fumigaciones. Esto no convierte en legal la decisión.
Solamente revela que el Presidente tiene malos asesores jurídicos.
2) El glifosato es dañino. Varias ONG ambientales,
como Earthjustice y AIDA, pueden probar que la erradicación
produce “deterioro en los parques nacionales y las economías
locales, y preocupantes efectos a largo plazo”. Dos
compatriotas –el microbiólogo Howard Junca, miembro
de un grupo científico en Alemania, y el ingeniero
agrónomo Javier Solís—me envían
estudios que complementan los informes adversos de Earthjustice
y AIDA. El Glifosato afecta alimentos, aguas, plantas silvestres,
animales y humanos. Pero además del efecto biológico
deplorable, también provoca devastación social:
desplazamientos, enfermedades, ruina de los sembrados de pancoger…
“Las fumigaciones causan una de las más grandes
tragedias que pueda vivir una familia campesina”, señala
Ana Mendoza, de www.rutapacifica.org.co.
3) Hay otros medios de erradicación. La ley ordena
que en los parques se adelante erradicación manual
de cocales y amapolas. Muchos programas demuestran la eficacia
de la erradicación manual en el Putumayo, que elimina
las plantas ilegales pero respeta las silvestres y las comestibles.
4) La fumigación es ineficaz. Aunque las consecuencias
iniciales del producto exhiben orgullosamente cocales pelados,
a la larga la fumigación solo sirve para que los cultivadores
ilegales se trasladen a trabajar en otras regiones. Es un
juego de cuclí que no ha mermado la producción
de droga en América Latina (ni su consumo en el norte,
por supuesto), pero somete a periódica ruina las zonas
afectadas.
Lo que puede hacerse:
1) Denunciar el parquicidio. Hay que enviar mensajes de protesta
al Presidente, la ministra de Medio Ambiente y el Defensor
del Pueblo:
Alvaro Uribe Velez, Presidente de Colombia
auribe@presidencia.gov.co
Sandra Suárez, ministra de Ambiente
dministro@minambiente.gov.co
Volmar Pérez Ortiz, Defensor del Pueblo
defensoria@defensoria.org.co
2) Mandar copia de las protestas a organismos internacionales
como AIDA, que las rebotarán a quienes deben conocer
la posición de los colombianos.
Astrid Puentes, AIDA
apuentes@aida2.org
3) El 30 de marzo a las 10 a.m. el senador Jorge Enrique
Robledo iniciará un debate a la ministra sobre el atropello
a los parques. Hay que acompañar el debate en forma
pacífica y civilizada, pero que no deje dudas sobre
el rechazo que la decisión suscita.
Temo que el permiso otorgado al Glifosato sea parte de una
gran operación administrativa de menoscabo del sistema
de parques y zonas medioambientales tal como lo conocemos
y como se ha construido a lo largo de varias décadas.
Son muchas las cosas que debe explicar la ministra.
Jugando al armamentismo
Me aterra la última columna en estas páginas
de mi admirado Alfredo Rangel. Allí afirma que es “oportuna
y sabia” la costosa compra de 47 tanques AMX-30 para
reforzar la frontera con Venezuela, pues conviene “disuadir”
al vecino de una posible guerra. Fomentar el armamentismo
entre países hambrientos, como los nuestros, es hacerle
el juego a los que mercan con la muerte y los que viven de
asustarnos.
cambalache@mail.ddnet.es
|