nouvelles sur la colombie  
     
 

3 mars 2004
EL TIEMPO
COLUMNAS DE OPINIÓN: Cómo frenar el parquicidio
Daniel Samper Pizano

 
 


No basta con indignarse por las fumigaciones: hay que hacer algo.

Hace ocho días denuncié la licencia para envenenar parques nacionales que extendió el Gobierno nacional al Glifosato, veneno de peligrosos efectos. La reacción de cientos de lectores ha sido instantánea e indignada. Rechazan la atrabiliaria medida y preguntan qué hay que hacer para evitarla.

Esto último marca una diferencia significativa con otras actitudes que conozco. No se contentan con indignarse mientras permanecen sentaditos en su casa. Saben que los 46 parques naturales nacionales son suyos, son nuestros, son de todos, y no están decididos a permitir que el Gobierno los sacrifique en metas inmediatistas para satisfacer a quienes presionan desde el norte.

“Hay que liderar una cruzada nacional e internacional, hay que movilizar al país -- dice en un emilio Edilberto Guerrero, lector que no conozco--. Ofrezco unas horas de mi trabajo… En lo que pueda hacer, estoy allí…”

Unos pocos argumentan que no importa fumigar con Glifosato porque, al transformar coca y amapola en cocaína y heroína, los narcoviolentos ya están contaminando con productos químicos algunos parques. Triste y apocado silogismo que equivale a decir: “Como el niño es patizambo, no vale la pena vacunarlo contra el polio”.

Repudiamos por igual las piernas chuecas y el polio. Tal es la tónica mayoritaria de los mensajes: esto es nuestro, y vamos a defenderlo. El Gobierno topó con una roca grande. No son los jefes políticos, los cardenales, los empresarios ni los comandantes guerrilleros. Son los colombianos los que se niegan a permitir el parquicidio. Ni ellos, ni entidades científicas, ni entidades ambientales, tomaron parte en la decisión de envenenarlos, adoptada a escondidas de la gente y en contra de la ley.
¿Hay algo que hacer? Sí. Mucho. Para empezar, tener ideas claras:

1) La fumigación con glifosato es ilegal. He tenido acceso a un documento interno del ministerio de Medio Ambiente donde el departamento jurídico señala las violaciones en que incurre el Consejo Nacional de Estupefacientes al autorizar el veneno en los parques. El propio presidente Uribe ha dicho que mientras él esté en el Palacio de Nariño habrá fumigaciones. Esto no convierte en legal la decisión. Solamente revela que el Presidente tiene malos asesores jurídicos.

2) El glifosato es dañino. Varias ONG ambientales, como Earthjustice y AIDA, pueden probar que la erradicación produce “deterioro en los parques nacionales y las economías locales, y preocupantes efectos a largo plazo”. Dos compatriotas –el microbiólogo Howard Junca, miembro de un grupo científico en Alemania, y el ingeniero agrónomo Javier Solís—me envían estudios que complementan los informes adversos de Earthjustice y AIDA. El Glifosato afecta alimentos, aguas, plantas silvestres, animales y humanos. Pero además del efecto biológico deplorable, también provoca devastación social: desplazamientos, enfermedades, ruina de los sembrados de pancoger… “Las fumigaciones causan una de las más grandes tragedias que pueda vivir una familia campesina”, señala Ana Mendoza, de www.rutapacifica.org.co.

3) Hay otros medios de erradicación. La ley ordena que en los parques se adelante erradicación manual de cocales y amapolas. Muchos programas demuestran la eficacia de la erradicación manual en el Putumayo, que elimina las plantas ilegales pero respeta las silvestres y las comestibles.

4) La fumigación es ineficaz. Aunque las consecuencias iniciales del producto exhiben orgullosamente cocales pelados, a la larga la fumigación solo sirve para que los cultivadores ilegales se trasladen a trabajar en otras regiones. Es un juego de cuclí que no ha mermado la producción de droga en América Latina (ni su consumo en el norte, por supuesto), pero somete a periódica ruina las zonas afectadas.

Lo que puede hacerse:

1) Denunciar el parquicidio. Hay que enviar mensajes de protesta al Presidente, la ministra de Medio Ambiente y el Defensor del Pueblo:

Alvaro Uribe Velez, Presidente de Colombia
auribe@presidencia.gov.co

Sandra Suárez, ministra de Ambiente
dministro@minambiente.gov.co

Volmar Pérez Ortiz, Defensor del Pueblo
defensoria@defensoria.org.co

2) Mandar copia de las protestas a organismos internacionales como AIDA, que las rebotarán a quienes deben conocer la posición de los colombianos.

Astrid Puentes, AIDA
apuentes@aida2.org

3) El 30 de marzo a las 10 a.m. el senador Jorge Enrique Robledo iniciará un debate a la ministra sobre el atropello a los parques. Hay que acompañar el debate en forma pacífica y civilizada, pero que no deje dudas sobre el rechazo que la decisión suscita.

Temo que el permiso otorgado al Glifosato sea parte de una gran operación administrativa de menoscabo del sistema de parques y zonas medioambientales tal como lo conocemos y como se ha construido a lo largo de varias décadas. Son muchas las cosas que debe explicar la ministra.

Jugando al armamentismo

Me aterra la última columna en estas páginas de mi admirado Alfredo Rangel. Allí afirma que es “oportuna y sabia” la costosa compra de 47 tanques AMX-30 para reforzar la frontera con Venezuela, pues conviene “disuadir” al vecino de una posible guerra. Fomentar el armamentismo entre países hambrientos, como los nuestros, es hacerle el juego a los que mercan con la muerte y los que viven de asustarnos.

cambalache@mail.ddnet.es