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26 mai 2003
EL TIEMPO
Hoy se firma pacto entre esmeralderos para sustituir cultivos de coca en noroccidente de Boyacá

 
 


El acuerdo es liderado por el zar de las esmeraldas, Víctor Carranza, e involucra recursos del Gobierno, comerciantes y ganaderos, así como de las alcaldías de Muzo, Otanche y Coscuez, entre otras.

A sus 63 años, el polémico Carranza -hoy libre, tras permanecer dos años en prisión sindicado de paramilitarismo-, declara esta nueva guerra contra el narcotráfico.

Dice que "la coca se acaba o se acaba" y planea sustituir coca por 90 mil hectáreas de cacao y maíz. También se compromete a frenar el ingreso de 'paras' y de narcos.

Ya a mediados de los 90, y tras poner decenas de muertos, logró replegar el poder militar que el narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha, 'El Mexicano', estaba extendiendo, para anexar la zona esmeraldífera de Boyacá en su fortín privado.

Ahora, la nueva batalla es contra los cultivos de coca que comenzaron a invadir los campos de los 11 municipios del occidente boyacense y que están a punto de convertir esta zona en blanco de fumigaciones y de acciones militares para contrarrestar la llegada del narcotráfico.

"No sabemos si hay 100 o 200 hectáreas de coca, lo cierto es que ya llegó a esta región, y como tenemos el espejo de los estragos que ha causado en varias regiones del país, no estamos dispuestos a permitir que acabe con nuestra tierra", dice Carranza.

Voceros de las alcaldías de la zona, el gobierno Nacional y la Iglesia Católica se hicieron presentes en una reunión que buscaba afinar los instrumentos legales y logísticos para echar a andar el programa de sustitución.

A la reunión -registrada el pasado 16 de mayo en Chiquinquirá y en la que EL TIEMPO estuvo presente- también asistieron representantes de los campesinos de la zona.

"Ya hemos recorrido los campos y la gente es consciente de que hay que acabar con la coca sembrada y no permitir que se extiendan más los cultivos de esta hoja", añade el obispo de Chiquinquirá, monseñor Héctor Gutiérrez Pabón, otro de los líderes del naciente proyecto de sustitución de cultivos.

El plan -del cual participan, además, el Ministerio de Agricultura y el Banco Agrario- busca poner en marcha una cadena productiva que permita responder la pregunta más insistente de los más de 100 mil campesinos de la zona: "¿De qué vamos a vivir?".

Este temor de los labriegos nace en los controvertidos resultados que han alcanzado programas similares ejecutados por comunidades indígenas en los departamentos de Putumayo y Cauca.

ANÁLISIS DEL TERRENO

No obstante, lo que se pretende con el encuentro de hoy en Chiquinquirá, es despejar estos temores y sentar las bases para sustituir, inicialmente, la coca por maíz.

A largo plazo, sin embargo, el propósito es sembrar un producto que se adapte plenamente a ese territorio y tenga amplia demanda nacional e internacional.

El producto seleccionado fue el cacao y la decisión se fundamentó en análisis de tierra y clima hechos por expertos.

En ellos se señala que al menos 90 mil hectáreas de esa zona boyacense son aptas para plantar este producto que tiene salida garantizada en los mercados nacionales e internacionales.

"El propósito final -dice monseñor Gutiérrez Pabón- será demostrar que sí se puede hacer un plan de sustitución serio y efectivo".

LA PLATA

La financiación del programa saldrá de una bolsa común con aportes de las administraciones locales, del Gobierno Nacional -a través del Ministerio de Agricultura, Banco Agrario e incluso Plan Colombia- y de recursos de los propios hacendados y esmeralderos de la región.

Los montos de los aportes se darán a conocer en la reunión de hoy.

"Con estos productos saldremos adelante", dicen Carranza y los demás líderes de la zona.

Los emisarios del Gobierno también creen que esa es la solución, pero advierten que todo debe estar enmarcado en la mayor legitimidad y en un creciente fortalecimiento institucional.

ORDEN PUBLICO

Para lograr esa legitimidad, el reto es el del manejo del orden público, contaminado con la presencia de miembros de organizaciones de narcotraficantes, cuyas cabezas aún no han sido identificadas.

De ahí que a la par con la estrategia de sustitución de cultivos, la fuerza pública y los esmeralderos trabajarán para impedir que la coca y la creciente presencia de foráneos, incluidos paramilitares del Urabá antioqueño que han llegado a la región, pongan en peligro el proyecto y la paz que se pactó en la región hace ya 14 años.

Antes de 1990, las 'vendettas' entre esmeralderos de la región cobraron la vida de más de 3.500 personas.

Otra estrategia para fortalecer dicho pacto de paz y evitar que el pulso por el poder territorial haga brotar de nuevo la violencia fue presentada esta semana al Gobierno.

Los esmeralderos propusieron distribuir la región de manera equitativa para que no sea una sino 18 empresas las que exploten la producción.

"Así se evitarán dificultades y se generará mucho más empleo. De esa manera, la coca se acaba o se acaba", sentencia Carranza.

CONTRATOS, EN 20 DÍAS

Las divisiones territoriales que se venían presentando entre los 18 principales esmeralderos del noroccidente de Boyacá, que explotan las minas del sector, quedaron zanjadas la semana pasada en un documento firmado por cada uno de ellos y entregado al Gobierno Nacional.

Poniendo como aval al Gobierno, todos aceptaron hacer una distribución equitativa de la zona productora de esmeraldas y cada uno fundar una empresa para así aumentar la productividad y el empleo.

"En el pasado, algunos funcionarios corruptos de Minercol -entidad del Ministerio de Minas encargada de fomentar la explotación de recursos minerales- estaban generando problemas a la hora de entregar permisos de explotación de las minas y se demoraban hasta 7 años para expedirlos. Pero con el nuevo Gobierno, todo cambió y estas vueltas se hacen en pocos meses", dijo Carranza.

Otros líderes esmeralderos, como Horacio Triana, consideran que el pacto garantiza la solidez del proceso de paz firmado hace 14 años y une al occidente boyacense para luchar unido contra causas como la violencia y el narcotráfico. "Todo indica que en 20 días tendremos los contratos para arrancar a trabajar en forma".