Pasaron de 12 mil hectáreas a 49 mil en el último
año, contradiciéndose así los resultados
de las políticas de erradicación.
Esto se demuestra en los planos satelitales realizados por
los Estados Unidos y que en exclusiva conoció EL TIEMPO:
Las imágenes delimitan un área de 49 mil hectáreas
sembradas con coca en inhóspitos parajes de la selva
del Catatumbo, incluidas las del resguardo Motilón-Barí
y terrenos vírgenes de la provincia de Ocaña.
Los planos, entregados a la unidad de Inteligencia del Ejército,
muestran 44 mil hectáreas ilícitas en el Catatumbo
y la aparición de casi 5 mil hectáreas en las
zonas rurales de Hacarí, Ábrego, San Calixto
y La Playa -en la provincia de Ocaña- y 500 más
dentro del resguardo indígena Motilón-Barí.
Sin embargo, el gobernador, Juan Alcides Santaella, asegura
que esas cifras no son ciertas, basado en la información
suministrada por la Policía, y "porque el Estado
a través del Plan Colombia y de las fumigaciones con
glifosato está haciendo presencia en la zona".
El coronel Marco Antonio Pedreros, comandante de la Policía
en Norte de Santander, manifestó que en el Catatumbo,
según su institución, hay detectadas 12 mil
hectáreas de hoja de coca. "Estamos trabajando
en Tibú, El Tarra, San Calixto y Hacarí. La
Policía Antinarcóticos, técnicamente
junto con la empresa Dincorp, midió los cultivos a
comienzos de este año y arrojó unas 12.000 hectáreas
cultivadas".
De acuerdo con las estadísticas del Sistema Integrado
de Monitoreo de Cultivos Ilícitos en Colombia (Simci),
adscrito a la Naciones Unidas, hasta el 31 de diciembre del
2002 en el Catatumbo había 8.041 hectáreas de
coca.
Pero un oficial de la Segunda División del Ejército
refutó estas estadísticas.
"El rastreo satelital no puede mentir, porque en el
mapa aparecen todos los terrenos ilícitos. Lo que pasa
es el costo político de asumir esa realidad (la del
crecimiento) es muy alto para cualquier funcionario",
dijo.
Respaldo a cifras
Wilfredo Cañizares, presidente de la ONG Fundación
Progresar, que desarrolla programas humanitarios en el Catatumbo,
aseguró que la información satelital es la más
cercana a la realidad porque, según él, junto
al abandono del Estado crece el narcotráfico en la
selva que tiene 375 kilómetros de frontera abierta
con Venezuela.
"Aquí todo el mundo sabe lo que está pasando,
pero, al parecer, a las autoridades no les interesa que se
conozca la verdadera crisis social que hay. Más de
5 mil raspachines son sometidos por las autodefensas y la
guerrilla a verdaderos campos de concentración",
precisó Cañizares.
Jairo Sababana, representante indígena ante la Gobernación,
reconoció que hasta las zonas más distantes
del resguardo Motilón-Barí han llegado los narcotraficantes
y grupos al margen de la ley.
La defensora del Pueblo, Carmen Ligia Galvis, dijo que en
un documento enviado a Bogotá se insiste en la crisis
social del Catatumbo que diariamente expulsa entre 8 y 10
familias.
La directora de la Red de Solidaridad en Norte de Santander,
Claudia Patricia Rodríguez, aseguró que los
desplazados que llegan a diario a su despacho también
han informado sobre el crecimiento de las plantaciones. Agregó
que oficialmente este año han salido 10 mil desplazados
del Catatumbo que han terminado en Cúcuta y Ocaña.
La personera de Ocaña, Martha Patricia Álvarez,
explicó que la crítica situación se evidencia
en cuatro sectores periféricos de la ciudad, donde
el desempleo supera el 33 por ciento, según cifras
de la Cámara de Comercio. Dirigentes del municipio
aseguraron que allí viven más de 2 mil raspachines
que entre 3 y 4 veces al año se internan en la provincia
y en el Catatumbo en busca de "trabajo".
Territorio delimitado
Desde el ingreso de las autodefensas de Carlos Castaño,
en mayo de 1998, los 75 kilómetros del río Catatumbo
se convirtieron en el límite de los grupos armados.
Mientras en el occidente del afluente se encuentran las fincas
custodiadas por rebeldes de las Farc y el Eln, al margen oriental
aparecen las hectáreas cuidadas por los paramilitares.
De acuerdo con información suministrada por campesinos
de la región, los grupos armados, para evadir los cercos
de las autoridades, están sacando la pasta de coca
a través de la zona rural de El Tara, específicamente
en los puntos conocidos como El Aserrío, San Juancito,
El Suspiro y Caño Tomás.
"Todos son corredores de movilidad terrestre donde la
guerrilla tiene puntos fijos con hombres fuertemente armados",
precisó una fuente militar.
En el Catatumbo, el Bloque Norte de las autodefensas y los
frentes 33 de las Farc y Carlos Armando Cauca del Eln controlan
el negocio, que les representa ganancias superiores a los
15 mil millones de pesos mensuales, con la producción
de cinco toneladas de coca al mes, de acuerdo con informaciones
castrenses.
Hace dos meses una avioneta tripulada por un piloto costarricense
se estrelló en el Catatumbo cuando fumigaba con glifosato
en el sector de El Martillo, en la frontera con Venezuela.
Aunque las autoridades insistieron en que se trató
de un accidente, el Eln, a través de su sitio en Internet,
aseguró que había derribado el aeroplano.
El ocaso de La Gabarra
La guerra entre los grupos armados, las permanentes operaciones
militares y el bloqueo al paso de insumos acabaron en el corregimiento
La Gabarra con la bonanza que dejaba la comercialización
de la coca.
Según Martha Galvis, corregidora del sector, de las
240 prostitutas que trabajaban en los ocho bares del caserío
solo quedan 40.
"Estamos viviendo la decadencia de la falsa economía
cocalera. De los 20 mil habitantes sólo quedan 5 mil,
pero una gaseosa quedó costando 1.500 pesos y un kilo
de carne 9 mil, precios que se manejaban cuando aquí
sobraba la plata", agregó Galvis.
El general Jairo Duván Pineda, comandante de la V
Brigada, afirmó que la coca ahora se negocia en una
lejana vereda del Catatumbo conocida como La Cooperativa,
situada en la línea fronteriza frente al estado Zulia
en Venezuela.
El cambio, según el Ejército, forzó
al frente 33 de la Farc a desdoblarse en tres compañías
y una columna móvil para poder enfrentarse a las autodefensas.
La zona rural de El Tarra, en los sitios El Aserrío,
San Juancito, El Suspiro y Caño Tomás, es la
más utilizada para sacar del país la coca.
"Es impresionante la cantidad de plata que se sigue
manejando. Mientras en Cúcuta, por cuenta de la coca,
se ven casas hasta de mil millones de pesos en barrios populares,
en Ocaña el narcotráfico disparó la construcción",
dijo Wilfredo Cañizares, de la ONG Progresar.
A través de la Operación Catatumbo, que se
llevó a cabo en la región por el Ejército
entre el 17 de agosto al 4 de noviembre, se fumigaron más
de 7 mil hectáreas; se destruyeron 72 laboratorios,
21 cocinas, 18 campamentos, 15 campos minados, 2 pistas de
entrenamientos, 2 discotecas; se efectuaron 16 allanamientos;
murieron 25 guerrilleros y 8 militares; se incautaron 34.433
kilos de coca, 561 explosivos, insumos, armas, municiones
y material de comunicaciones.
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